Afortunadamente, el tema del sexo es cada vez menos tabú y más accesible a todo el mundo. Hoy abordamos un tema que preocupa bastante a la población masculina: las disfunciones sexuales.
A pesar de que prácticamente ningún varón reconocerá públicamente sufrir un problema de carácter sexual más de un 10% de ellos sufren problemas sexuales en algún momento de su vida.
Como ante cualquier problema de salud, lo lógico es buscar ayuda profesional pero en este post vamos a ver cuatro de los problemas sexuales más habituales en el hombre con el objetivo de sentar unas bases de qué puede originar el problema y cómo solventarlo.
Disfunción eréctil o impotencia
Disfunción eréctil total o parcial, más conocida como gatillazo. Quizás el problema más temido por los hombres. Se produce cuando intentan mantener relaciones sexuales con penetración, fracasan en más del 40% de los intentos y el problema continúa sin desaparecer al cabo de tres o cuatro meses. No solo es el problema de la disfunción en sí, sino que esta patología conlleva también problemas de tipo emocional y psicológico que pueden disminuir la calidad de vida del hombre que la sufre.
¿Por qué se origina?
Las causas pueden ser de tipo orgánico (por ejemplo diabetes, hipertensión, obesidad o colesterolemia), de tipo psicológico (estrés, problemas de pareja, miedo al fracaso, traumas sexuales, etc.) o una mezcla de las dos anteriores. Además, es muy común perder la erección tras cirugías de próstata; estos casos son muy habituales en la consulta médica. Por eso resulta esencial diagnosticar el origen de por qué falla el mecanismo de la erección para dar con la mejor solución.
¿Hay soluciones?
Según sea la causa que origina esta patología, se podrá optar por psicoterapia sexual para poder aprender a detectar y controlar el reflejo eyaculatorio, en otros casos habrá que realizar unos ejercicios concretos para el control de la eyaculación que se pueden combinar con medicamentos y, en algunos casos excepcionales, se puede optar por la cirugía para quienes tengan hipersensibilidad en el glande. Lo más habitual en nuestros centros es el uso de medicamentos que producen un retraso en el reflejo eyaculatorio unido a un proceso de psicoterapia (con o sin pareja) además de un aprendizaje de técnicas y ejercicios específicos.
En la actualidad no existen tratamientos basados en fármacos que se destinen a tratar problemas de disfunción eréctil por fuga venosa.
Fuga venosa
En este caso se trata de un tipo específico de disfunción eréctil provocado por una falta de riego sanguíneo en el pene. La erección sí se logra, pero se pierde repentinamente sin lograr alcanzar el orgasmo.
¿Por qué se origina?
Porque la sangre de los cuerpos cavernosos no se retiene por fallos en el mecanismo veno-oclusivo del pene y se escapa antes de que el hombre sea capaz de llegar al orgasmo, devolviendo al pene a un estado de flacidez que impide las la relación sexual coital. Esta pérdida de sangre ocasiona un problema de disfunción eréctil que puede ser parcial o total, en casos más severos.
¿Cómo lo soluciono?
En este caso, dada la escasa eficacia de los tratamientos farmacológicos para corregir los problemas de disfunción eréctil por fuga venosa, la única opción para restablecer la erección a largo plazo es optar por la alternativa quirúrgica. Salvo excepciones, no recomendamos las inyecciones intracavernosas de sustancias vasoactivas (también llamadas inyecciones para el pene o inyecciones para conseguir una erección) por los efectos secundarios que conllevan y por la incómoda administración de este tipo de tratamiento.
Según sea la causa que origina esta patología, se podrá optar por psicoterapia sexual para poder aprender a detectar y controlar el reflejo eyaculatorio, en otros casos habrá que realizar unos ejercicios concretos para el control de la eyaculación que se pueden combinar con medicamentos y, en algunos casos excepcionales, se puede optar por la cirugía para quienes tengan hipersensibilidad en el glande. Lo más habitual en nuestros centros es el uso de medicamentos que producen un retraso en el reflejo eyaculatorio unido a un proceso de psicoterapia (con o sin pareja) además de un aprendizaje de técnicas y ejercicios específicos.